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Javier

11:46


Hoy traigo un post brutalmente honesto y personal. Es casi para mí no más,en verdad no es informativo ni divertido... Pero quiero hacerlo, quiero compartir esto con quien quiera leerlo, aunque sea yo no más.

Javier nació el 19 de julio del 75. Hace exactamente 41 años. Lamentablemente, el último cumpleaños que celebró fue el número 34, porque en febrero del 2010 la enfermedad que le venía jodiendo la vida desde sus 21 terminó por ganarle.

Javier es mi hermano mayor. Mi primer amigo, compañero de decenas de conciertos, educador literario, consejero personal. Yo nací cuando él ya tenía 14 años, sin embargo, esa gran brecha jamás se interpuso en nuestra potente relación. Destruíamos juntos a cualquiera que osara enfrentarnos en Pictograma, él buscaba restoranes con opción vegetariana cerca de su trabajo para invitarme a comer, y gozábamos, yo en la voz y él en la guitarra, los más lindos temas de Silvio.

Superar su muerte ha sido una de las cosas más difíciles que me han tocado. De hecho, hablar de "superar" es un poco pretencioso de mi parte, porque escribo esto con los ojos llenos de lágrimas mientras suena de fondo el "Principio de Incertidumbre", uno de nuestros discos favoritos. Pero hoy no quiero hablar de su muerte. Quiero hablar de su vida, de los recuerdos, quiero celebrar que, a pesar de que ya no está, él estuvo. Quiero recordar porque me aterra olvidarme. Me angustia tener que esforzarme tanto para escuchar su voz en mi cabeza, tener que adivinar un poco el color de sus ojos. Por eso, quiero, necesito recordar.

La locomotora de la foto está en Humberstone, el pueblo fantasma del norte. Esa foto la tomó Javier el año 2009, si no me equivoco, cuando fuimos a Iquique. A él le encantaba la fotografía. Tenía una Zenit análoga increíble, y revelaba sus fotos él mismo. La locomotora, eso sí, la capturó con una cámara digital. Igual le gustaba la fotografía digital. A veces pienso que, si siguiera acá, tendría una cuenta espectacular en Instagram o Flickr.

Intento darle un orden a los recuerdos, pero me cuesta. Llegan apresurados, ansiosos por proyectarse en mis pupilas cuando cierro los ojos. Me acuerdo del concierto de la Magdalena Matthey, me llevó media obligada y salí alucinada. Que maravilla esa mujer. Hasta el día de hoy, sigo escuchándola. De hecho, por ahí alguna vez canté una de sus canciones en un escenario, y por Dios que me gustaría que él hubiera estado ahí para escucharme. Me gusta creer que estuvo, por eso me puse ese vestido que tanto le gustaba.


La música siempre fue un punto de encuentro fuerte para nosotros. Perdí la cuenta de  las veces que fuimos a ver a Ismael Serrano. Me acuerdo cuando Javier me mostró la canción "La Huída" y yo me puse los audífonos casi por compromiso, y me los quité con lágrimas en los ojos, lágrimas de esas de amor musical, de esas que salen solitas solo porque te gustó demasiado una canción. Pucha que me conocía harto.

Siempre íbamos juntos a comprar el pan. En aquellos tiempos, pasábamos sagradamente al "Masti Car" a comernos un buen completo. Me acuerdo de una vez en que yo pasé al supermercado mientras él se quedaba esperando los completos afuera, y la mamá nos había encargado algunas cosas para cocinar, entre ellas, una caja de vino blanco para una salsa. Yo tenía unos 12 años, ni siquiera sabía que podía tener problemas para comprar alcohol, así que me sorprendí genuinamente con las miradas de reprobación del personal del, entonces, Supermercado Agas. Cuando el Javier llegó con dos completos en las manos y me vio ultra urgida en la caja intentando dar explicaciones le dio tanta risa... Si me concentro, puedo ver sus ojos achinados de tanta gracia.

El año nuevo era difícil para él. Cada 31 de diciembre él recordaba que llevaba un año más esperando su trasplante, un año más con esa enfermedad de mierda. Muchas veces salía a caminar solito por la calle cuando se acercaban las doce, porque no tenía ganas de celebrar. Sin embargo, el año nuevo 2010 fue diferente. A pesar de que lo pasamos en el hospital, de que no pudimos compartir ni siquiera un vaso de agua, él estaba feliz. Feliz como antes de enfermarse. Recuerdo su voz rasposa por la intubación diciendo "Estoy tan feliz, tan feliz...". Sus lagrimitas de alegría porque estábamos todos juntos. Por la cresta que noche más linda. Es como si hubiera querido limpiar la fiesta de año nuevo para nosotros, para que pudiéramos celebrar aún cuando él ya no estuviera.

Ya van casi 6 años  y medio desde que no está. Y lo extraño tanto como el primer día. Pero aún así celebro que hace 41 años llegó a este mundo, celebro cada canción, cada risa, incluso cada rabia. Porque me tocó el mejor hermano mayor que me pudo haber tocado. Porque estoy infinitamente agradecida. Porque es cierto que se fue, pero también es cierto que estuvo.

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5 comentarios

  1. Que fuerte, pero que lindo también. Me emocioné mucho mientras leía, también tengo un hermano mayor y supongo que por eso esto pega fuerte.
    Que hermosa relación que tenían, y que pongas todo tu esfuerzo en recordar cómo vivió, cómo era su día a día, me parece super admirable, de verdad. Gracias a detallitos como esta entrada, verdaderamente siempre vas a recordar que aunque tu hermano ya no está, estuvo. Y él debe estar contento por eso, por ser recordado por las personas que lo aman.

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  2. Hace eones que no te leía y que lindos recuerdos tienes con tu hermano Caro. Me hiciste llorar :(

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  3. Pucha Caro qué penita, pero creo que como dices lo mejor es recordar a los que se fueron con alegría, con las cosas de ellos que nos hacían felices.

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  4. Me dejaste sin palabras. Leo tu blog desde hace un tiempo (desde que me lo diste de cuando te atendía en Lush), pero nunca escribo. Pero ahora quiero decir que me emocionaste muchísimo. Eres muy afortunada de llevar contigo a alguien que engrandece tanto tu corazón.

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  5. te entiendo, mi hermano mayor es mi héroe, soy lo que soy gracias a el, no se que haría si supiera que mañana no podre volver a escuchar uno de sus chistes.
    Me hiciste llorar y solo puedo enviarte un abrazo digital.
    Esto es lo lindo del amor, los que se van, siempre permanecen con nosotros (aunque suene cliché)

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